En esta ocasión la ruta fué un poco más aburrida de lo habitual, ya que mi fiel escudero Miguel Angel no pudo acompañarme y por tanto, aunque en Kms. fué más corta se hizo algo más larga de lo normal.
Un fuerte calor reinante a las seis de la tarde hizo que me aprovisionara bien de agua, partiendo por la via verde, para coger desde allí el camino llamado de Alarcos, una vez pasada La Poblachuela, opté por desviarme por un camino que circula a la izquierda de este, pero que me hace atravesar la gravera que la empresa El Arzollar tiene allí, hacía tiempo que no había circulado por ese lugar y quería ver como estaba aquello.
Desde allí y unos dos kmts. más abajo empezaba el camino de la Ermita de Alarcos, de unos 900 mts. aproximadamente pero con una fuerte pendiente en su último tramo, más o menos de un 16%.
Desde allí y unos dos kmts. más abajo empezaba el camino de la Ermita de Alarcos, de unos 900 mts. aproximadamente pero con una fuerte pendiente en su último tramo, más o menos de un 16%.
Lo hice para probarme, para ver como respondía mi físico y mi rodilla, y la verdad es que lo hizo mejor de lo pensado. Después de un pequeño descanso y visita obligada a la Virgen de Alarcos, un fuerte descenso al otro lado del cerro me llevó a la localidad de Poblete, por cierto en este descenso logré alcanzar la nada despreciable velocidad de 76 Km/h, una locura, y desde allí, nuevamente a casa por la via verde.
Es significativo el hecho de que Miguel Angel una vez informado de la ruta, demostrara su incredulidad, pensando que no era posible que hubiese subido hasta allí. ¡¡De indrédulos está el mundo lleno!!
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